La niebla me tiene podrido
Ciudad de la Costa: donde la niebla no entra por la ventana, entra por la cabeza
Otra mañana empantanada en gris.
La niebla se cuela por las hendijas, se enrosca en los huesos, te susurra que no hay apuro. Las casas se achican, los árboles parecen fantasmas, y vos… medio dormido, medio ausente.
Niebla mental
No es solo humedad: es una especie de hechizo.
Sin sol, la química del cerebro empieza a vacilar. Menos serotonina, más desgano.
Los días pesan más. El mate no alcanza. Todo se vuelve lento, viscoso, brumoso.
Y uno sigue, como zombi amable, cumpliendo funciones vitales básicas mientras el alma bosteza.
A veces, no es tristeza. Es niebla.