chistes de viernes
Chiste 1 – Los 400 dólares
Una hermosa mujer joven sale de la ducha, se envuelve en una toalla y le avisa a su marido que ya puede utilizar la ducha.
Cuando él entra en la ducha suena el timbre de la puerta.
La esposa le dice que ella abre, y baja a abrir la puerta envuelta en la toalla.
Cuando abre la puerta se encuentra a su vecino Bill, quien se queda boquiabierto ante la visión que se le ofrece.
Entonces, él saca dos billetes nuevecitos de 100 dólares y le dice a ella que son suyos si deja caer la toalla hasta la cintura.
Ella piensa: "¿por qué no?", de modo que deja caer la toalla y coge el dinero.
Bill jadea ante lo que ve; saca prontamente otros doscientos dólares y se los ofrece por dejar caer la toalla completamente.
La mujer piensa que ya había llegado bastante lejos, así que no importaba, y deja caer la toalla al suelo.
Bill la contempla un momento, le da las gracias y se va.
Cuando ella sube de nuevo, su marido que acababa de ducharse, le pregunta quién había llamado a la puerta.
Ella contesta:
—Era simplemente Bill.
—¿Y ha traído los 400 dólares que me debe? —pregunta el marido.
Chiste 2 – El hippie y la monja
Entra un hippie en un autobús y ve a una monja y le dice:
—Quiero hacer el amor con usted.
A lo que la monja responde:
—Soy monja, por lo tanto no puedo hacer el amor con nadie.
El chofer —que escuchó la conversación— le dijo al hippie:
—Yo sé cómo puedes hacerle el amor.
—¿Cómo? —preguntó el hippie.
—Cada martes la monja va al cementerio a rezar a medianoche.
Una buena idea sería que tú la esperaras y te pusieras una túnica blanca y un poco de polvo blanco en la cara para que así ella piense que eres un ángel.
Al martes siguiente, el hippie se vistió de ángel y se fue al cementerio a esperar a la monja.
Llega la monja, se pone a rezar y le dice el hippie:
—¡Yo atenderé tus rezos si te hago el amor!
La monja contesta:
—Vale, pero por detrás, porque quisiera mantener mi virginidad.
Cuando terminan de hacer el amor por detrás, dice el hippie:
—Ja ja ja ja... ¡SOY EL HIPPIE!
Entonces la monja se quita el vestido y dice:
—Ja ja ja ja... ¡Y YO SOY EL CHOFER DEL AUTOBÚS!